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El diagnóstico de los trastornos alimenticios puede ser un desafío, porque el secreto, la vergüenza y la negación son características de las condiciones. Como resultado, la enfermedad puede pasar desapercibida durante largos períodos de tiempo. En la mayoría de los casos, el trastorno por atracón se descubre cuando una persona solicita ayuda profesional para perder peso o busca tratamiento para un problema de salud relacionado con la obesidad o un problema de salud mental asociado, como depresión o ansiedad.
Si se sospecha un trastorno por atracón, es probable que el médico comience una evaluación realizando un historial médico completo y un examen físico. Aunque no existen pruebas de laboratorio para diagnosticar específicamente trastornos de la alimentación, el médico puede usar varias pruebas de diagnóstico, como pruebas de sangre y orina y otras medidas de laboratorio, para descartar una enfermedad física como la causa de los síntomas. Estas pruebas también pueden ayudar a detectar las consecuencias médicas de un trastorno alimentario, como cambios en los niveles de enzimas digestivas, funcionamiento del hígado o electrolitos (las concentraciones normales de sal en la sangre).
La persona también puede ser derivada a un psiquiatra o psicólogo, profesionales de la salud especialmente capacitados para diagnosticar y tratar enfermedades mentales. Los psiquiatras y los psicólogos utilizan herramientas de evaluación y entrevista especialmente diseñadas para evaluar a una persona por un trastorno alimentario.